Te quiero cuando tienes frío estando a 21º, te quiero cuando tardas una hora para pedir un bocadillo, adoro la arruga que se te forma aquí cuando me miras como si estuviera loco, te quiero cuando después de pasar el día contigo mi ropa huele a tu perfume y quiero que seas tú la última persona con la que hable antes de dormirme por las noches.
Y eso no es porque esté solo ni tampoco porque sea nochevieja. He venido aquí esta noche porque cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible.
Personalmente creo que las palabras que me describirían con mayor exactitud podrían ser poco apropiadas para ser escritas aquí. Que luego nunca se sabe y todo se sabe y las paredes oyen y tienen ojos para mirarte mientras te cambias de ropa y te hablan mientras se doblan sobre si mismas en medio de una estruendosa carcajada a través de las interferencias de una nebulosa alucinación febril. Así que me limitaré a decir que hablo demasiado y nunca digo nada, entonces siempre digo algo. Lo difícil, quizá es saber qué.